Me han sugerido que sería bonito compartir unas palabras que expresaran lo que he vivido siendo voluntaria con el SAMUR-PC en el hospital de campaña que se montó en IFEMA, Madrid.
Llevo varios días, semanas madurando en mi cabeza como hacerlo. Esto es más difícil que enfundarme el uniforme, protegerme con los EPIs y realizar mi labor como voluntaria.
Voy a recurrir a nuestro gran aliado, el Espíritu Santo, espero que, igual que me ha dado fuerzas para ayudar, me inspire ahora para transmitiros esta experiencia.
Soy voluntaria por algo que Jesús nos dijo: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.
Y en mi vida he recibido muchísimo y en mi opinión, muchas veces inmerecido.
La verdad, cuando recibes tanto Amor, es imposible guardárselo para uno mismo y no compartirlo. Eso es lo que trato de hacer en cada una de mis actividades o trabajo, poner un poco de ese Amor que me han dado gratis.
Cuando todo esto del confinamiento empezó en España, el 14 de marzo, en mi trabajo se establecieron servicios esenciales, y no tenía que ir, ni tampoco podía teletrabajar, disponía de todo el día para… estar en casa. Por otro lado, los hospitales, sobre todo los de las grandes ciudades como Madrid, empezaban a desbordarse y los servicios sanitarios requerían de más personal. Desde el cuerpo de voluntarios de SAMUR-PC nos pedían disponibilidad para poder contar con nosotros, los voluntarios, en caso de que se nos requiriera.
Y llego el día, ante el colapso que estaban sufriendo los hospitales de Madrid, surgió la idea de montar un gran hospital de campaña en el recinto ferial de IFEMA.
El sábado 21 de marzo, recibí una llamada me preguntaban si podía estar en una hora en nuestra base 0 para ir a ayudar a montar en IFEMA. Y dije que sí. Fue una respuesta espontánea, sin pensarla, sin saber muy bien qué iba hacer.
Al llegar al pabellón 5, una nave inmensa, diáfana, gris y nada acogedora, nos proporcionaron una mascarilla y nos pusimos, por parejas, a hacer camas y montar camas. Quién me iba a decir que ese momento, se iba hacer popular y salir en los telediarios de todas las cadenas de España e incluso también en alguna internacional. ¡¡Madre mía!! Menos mal que es un segundo y con la mascarilla… no se me reconoce casi.
Ese día en un IFEMA solitario, oscuro, no hubo aplausos a las 8 de la tarde, hasta allí no llegaba su sonido. El aplauso sonó más tarde, cuando entre varias agrupaciones de Protección Civil de Madrid terminamos de descargar a mano un tráiler lleno de cajas y cajas y más cajas que contenían sábanas. El día terminaba, se habían montado unas 200 camas en el pabellón 5 y descargado un montón de material sanitario, de protección, donaciones de mantas, camas, sillones, etc. en el pabellón 10.
Cuando mandé estas fotos a unas amigas, una dijo: “Qué triste, ojalá no se tenga que usar”. Esa misma noche, llegaron los primeros pacientes.
Mis siguientes días de voluntariado fueron en el pabellón 7 (el pabellón 5 fue temporal mientras se terminaban el 7 y 9). Al entrar, ya no era sólo una mascarilla lo que nos teníamos que poner, estábamos en contacto directo con los pacientes, ayudando en las tareas de admisión, tomándoles los datos, acompañándolos hasta sus camas y… también acompañándolos a la salida cuando les daban el alta.
Recuerdo los primeros pacientes a los que atendía, llevaban varios días en el hospital, en una silla, en pasillos, sin casi comer nada, porque estaban saturados. Cuando los acompañabas hasta su cama, algunos no se creían que pudieran descansar en ella. Te daban las gracias y yo sólo podía sonreírles y desearles una pronta recuperación.
Los primeros días, muchos ingresos y muy, muy poquitas altas. En mis últimos días, menos ingresos, y muchas más altas. Era mucho más gratificante, acompañarlos hasta el exterior del pabellón, te iban contando su historia.
Son muchas y me emociono pensando en cada una de las personas con las que entré en contacto. Perdonad, me cuesta seguir, me pueden las emociones.
“Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”
En este balance de gratitud, salgo de nuevo debiendo, he dado, pero he recibido mucho. Lo que me hace pensar que Dios no debe de llevar las cuentas, por suerte para nosotros.
Una voluntaria Seglar Claretiana
Como cada año, el IV domingo de Pascua, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones (JMOV) y ya van 57 jornadas. El Papa se hace partícipe con su mensaje (puedes leerlo aquí) y en la Diócesis de Madrid se celebra realizando una cadena de oración que comienza el viernes por la tarde y termina el domingo con la eucaristía. La Familia Claretiana lleva años participando en esta cadena de oración que se realiza delante del Santísimo en la capilla del Seminario de Madrid.
Este año dadas las circunstancias que todo el planeta está viviendo, no se ha podido realizar de forma presencial y se ha realizado online. Gracias al canal del Equipo Provincial de Animación Pastoral (EPAP) de los CMF, pudimos unirnos a esta iniciativa de la diócesis y participar como siempre hacemos en nuestro horario de 19 a 20 del sábado. José Manuel Suerio, cmf, fue quién dirigió la oración
El esquema de la oración siguió el que venimos haciendo en los últimos años. Extraemos del mensaje del Papa la idea principal, este año las 4 palabras que utiliza para definir la vocación: Gratitud, Ánimo, Fatiga y Alabanza. Con ellas definimos cada instante de la hora de oración que contenía: un breve testimonio de vocación de un miembro de cada rama de la Familia Claretiana, una lectura del evangelio, la explicación del mensaje del Papa a la palabra y se deja un momento importante a la oración delante del Santísimo que acompaña una canción o hilo de música.
Llevo participando y colaborando en la realización de esta oración, como miembro del equipo de la Familia Claretiana representando a los Seglares, más de 7 años y reconozco que este año ha sido muy especial y emotiva.
Dado nuestro ritmo de vida llena de compromisos y actividades, hacía que fuéramos muy poco los que de forma presencial acudiéramos al Seminario a participar de esta cadena de oraciones. Este año, al ser online ha hecho posible que no sólo seglares de Madrid pudieran participar, sino seglares de todo el mundo y también miembros de las otras ramas de la Familia que están destinados en otros países. El ver en el chat los nombres de seglares del otro lado del mundo participando en la oración, me hizo sentirme verdaderamente miembro de una gran Familia Universal, diversa y dispersa, pero unidos muy fuerte al Señor.
Muchas gracias por vuestra participación. Y hasta el año que viene
Inés Crespo, SC
Estas últimas semanas estamos queriendo compartir diferentes iniciativas y compromisos que vamos llevando a cabo ante este tiempo nuevo de confinamiento que nos está tocando vivir. Son maneras de dar respuestas y mostrar nuestra solidaridad a tantas situaciones que nos rodean. Desde diferentes ámbitos nos van llegando distintas iniciativas.
En esta ocasión nos llega en formato lectura. En este último mes, el claretiano Fernando Prado, director de Publicaciones Claretianas, ha escrito y editado dos libros que tratan de darnos luz y esperanza en estos momentos difíciles. El primero de ellos se titula “Tejer historias, comunicar esperanza” Es un tejido de historias escritas por periodiodistas que nos hablan del espíritu humano en tiempos de pandemia. Buenas historias que construyen un mundo nuevo y nos ayudan a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar junto.
El más reciente se titula “Cuando perdemos a un ser querido”. Un libro que es un instrumento para vivir y acompañar el duelo desde la fe. Unas páginas que pueden ayudar a comprender la situación ante la muerte de un ser querido y el duelo consiguiente que se desata en estas circunstancias.
Aquí os los dejamos. Seguro que os gustarán.